No resulta para nada agradable la publicidad televisiva, que se expone en Argentina, y cuyo tema trata sobre lo explicitado en el título de esta edición.
Parece mentira que se tenga que filmar a un bebé llorando en tan variadas oportunidades, mientras el padre hace una serie de monerías poco graciosas para consolarlo y no puede conseguirlo, hasta que finalmente lo lleva a pasear en un automóvil y allí el bebé se calma. La moraleja responde a que las cosas que nos gustan desde nuestra infancia, son las que siempre nos continuarán haciendo felices o a las que seremos absolutamente fieles por el resto de nuestras vidas (para mi gusto no era necesario expresarlo de esta forma).
Ahora yo me pregunto: ¿Es necesario filmar a un bebé llorando desconsoladamente en repetidas ocasiones? Es una actitud que resulta por demás desagradable, como también preguntarse el porqué a los productores, cámaras, etcétera; no se les ocurrió que es mejor ir inmediatamente a consolar al bebé, dejando de lado sus tareas antes de contemplar y filmar a un pequeñito totalmente desconsolado.
¡Que graves errores cometen los seres "humanos", o que falta de elevado criterio y buen gusto se ha apoderado -hoy día- de un gran número de gente!
No hay comentarios:
Publicar un comentario